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Los jaguares, la reintroducción de especies y la primera línea de las granjas industriales

News Section Icon Publicado 29/11/2021

madre jaguar y sus dos crías en libertad en el Parque Gran Iberá
Crédito: Tompkins Conservation

Mientras el mundo celebra el Día Internacional del Jaguar, hay buenas y malas noticias sobre la batalla para salvar a esta especie emblemática.

Es maravillosa la noticia del regreso de los jaguares a los humedales del noreste de Argentina, en el marco de un emocionante proyecto de reintroducción de especies en peligro.

Tras más de 70 años de extinción en la zona, una madre jaguar, Mariua, y sus dos cachorros nacidos en cautividad, Karai y Porã, fueron liberados en el recién creado Gran Parque Iberá, de 700 000 hectáreas, como parte de un programa de reintroducción.

Los proyectos de reintroducción ofrecen enormes oportunidades, como comentó Doreen Robinson, Jefa de Biodiversidad y Tierra del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cuando se liberaron los jaguares: «La reintroducción cuidadosa de depredadores como el jaguar puede ayudar a restaurar los ecosistemas. Sin estas especies, la biodiversidad se resiente y los servicios que proporciona la naturaleza pueden romperse: desde la mitigación de enfermedades y la protección del suelo hasta la regulación del sistema hídrico».

Los jaguares se reintroducen en un humedal argentino después de 70 años.

Las grandes empresas agrícolas

Antiguamente, los jaguares se podían encontrar desde el Gran Cañón de Estados Unidos, pasando por el Amazonas, hasta Argentina. En la actualidad, su área de distribución es mucho más restringida, ya que la mitad de la población mundial restante se encuentra en Brasil, un país en la primera línea mundial del amargo enfrentamiento entre las actividades de las multinacionales de la «gran agricultura», los intereses económicos locales y los esfuerzos por salvar la fauna salvaje en peligro de extinción, incluido el jaguar.

Brasil es un gigante de la agricultura. Es el primer exportador de carne de ave y de vacuno y el segundo, después de Estados Unidos, en producción de soja. Es el líder mundial en la exportación de soja, que en su mayoría se destina a los comederos de cerdos, pollos y ganado de cría intensiva.

Este éxito económico se ha cobrado un alto precio en lo que respecta a la deforestación, la destrucción del hábitat y el sufrimiento humano y animal.

La situación del jaguar es especialmente preocupante según un estudio reciente que revela que, entre agosto de 2016 y diciembre de 2019, 1422 jaguares fueron asesinados o desplazados en la Amazonia brasileña debido a la deforestación.

No es una coincidencia que las pérdidas de jaguares fueran mayores en Pará y Mato Grosso; ambos estados han experimentado una enorme expansión agrícola, impulsada por la producción de soja para las granjas industriales de todo el mundo.

Efecto cascada en el uso de la tierra

Los cultivos de soja que sustituyen a los pastos y bosques en Mato Grosso han empujado a los rebaños de ganado a adentrarse en los bosques de Pará, provocando así una nueva deforestación. Los científicos han descrito este proceso destructivo entre el ganado y la soja como el «efecto cascada en el uso de la tierra». Yo mismo lo he visto en Brasil.

 

Cosechadoras de soja en lo que antes era una selva tropical en Brasil
Crédito: Yasuyoshi Chiba

Sobrevolar Mato Grosso me permitió comprender la magnitud de la deforestación en esta parte del mundo. Pude ver la frontera forestal y la extraordinaria extensión dominada por la soja. Fue una de las experiencias más reveladoras de mi vida.

 

Nada me había preparado para la magnitud de la conquista del Amazonas por parte de la industria de la alimentación animal. Me pregunto cuántas personas se imaginan, mientras comen sus nuggets de pollo y chuletas de cerdo a precio de saldo, que esos productos llegan a sus platos gracias a la tala de árboles y la pérdida de especies emblemáticas.

Al reflexionar sobre la magnitud del cambio del paisaje que vi en Brasil, recordé algo que escribió el antiguo científico jefe del Fondo Mundial para la Naturaleza en Estados Unidos, Eric Dinerstein:

«Pocos biólogos de campo se molestan en comprobar el precio diario de la soja o del aceite de palma. Se trata de un descuido porque el valor de mercado de estos productos, junto con el de la carne de vacuno, el maíz, el azúcar y el café, puede definir en las próximas décadas el futuro de las especies raras de manera más profunda que cualquier otro factor de pérdida de hábitat. En la actualidad, en ningún lugar es más evidente la conversión y la fractura de los bosques tropicales por la agricultura industrializada en los ecosistemas más preciados del mundo que en el sudeste asiático y en Brasil.»

Se nos acaba el tiempo

El Día Internacional del Jaguar pone de relieve la necesidad de conservar los jaguares y sus hábitats como parte de los esfuerzos más amplios para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Pero se está agotando el tiempo. En 2020 la deforestación de la selva amazónica en Brasil alcanzó su nivel más alto en más de una década.

Debemos pedir cuentas a los gobiernos para que cumplan su reciente Declaración sobre los bosques y el uso de la tierra para conservar los bosques y acelerar su restauración, acordada durante la reciente cumbre COP26 en Glasgow.

Dado que los sistemas alimentarios son responsables de hasta el 80 % de la pérdida de biodiversidad y generan un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, está claro que para alcanzar los ODS, cumplir los objetivos de París en materia de cambio climático y salvar la valiosa vida silvestre, debemos transformar los sistemas alimentarios.

Medidas necesarias

En un mundo que produce más de 80 000 millones de animales terrestres al año para la alimentación, la mayoría de ellos criados en granjas industriales, la transformación del sistema alimentario significa un cambio total hacia una producción respetuosa con la naturaleza y que vela por el bienestar, con muchos menos animales en las granjas y más dietas basadas en plantas.

Mientras tanto, todos podemos marcar la diferencia con los alimentos que elegimos poner en nuestros platos: al elegir más alimentos de origen vegetal, menos carne y al asegurarnos de que la carne que comemos procede de fuentes de mayor bienestar y respetuosas con la naturaleza, como la procedente de animales alimentados con pastos o criados en libertad, o la orgánica.

Únete también a nosotros en Compassion in World Farming para pedir el cambio de sistema necesario para acabar con la crueldad hacia los animales, salvar al jaguar y preservar el mundo natural que actúa como sistema de soporte de vida del que todos dependemos.

Por favor, firma nuestra petición en la que se pide a los gobiernos de los países con más consumo per cápita de carne que tomen medidas urgentes para hacer frente a la crisis climática, mediante la reducción del consumo de carne y productos lácteos y el avance hacia sistemas alimentarios sostenibles, de mayor bienestar y saludables.

por Philip Lymbery

Globe

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