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A pesar de la gran cantidad de evidencia que muestra que la ganadería industrial es mala para los animales, las comunidadesnuestra salud y el planeta, la expansión de este sistema de ganadería obsoleto no da signos de remitir. ¿Por qué? Debido a una red enredada de fuerzas complejas, que confunden y engañan a todos, desde el público hasta los políticos. Creemos que es hora de desenredar esta red. Sigue leyendo para conocer la verdad y, si deseas obtener aún más información, tienes nuestro informe completo aquí.

Endulzan la verdad

La prohibición de las jaulas para terneros, las jaulas en batería ésteriles para gallinas  y  las jaulas de gestación para cerdas en la UE en 2007, 2012 y 2013 respectivamente, fueron hitos indiscutibles en el avance del bienestar animal. Pero también permitieron que el lobby de la ganadería industrial vendiera la mentira de que los aspectos más crueles de la industria eran cosa del pasado.

La realidad es mucho más compleja: no solo las jaulas "enriquecidas" (que ofrecen una mejora marginal en el bienestar) no están incluidas en la prohibición, sino que las jaulas de gestación para cerdas todavía están permitidas en las cuatro primeras semanas de embarazo y las jaulas de parto, que son aún más restrictivas, son utilizadas comúnmente.

Desafortunadamente, la crueldad no termina ahí. Desde  los pollos de engorde hacinados en cobertizos en grupos de hasta 50 000 indivíduos, o las vacas lecheras siendo sobreexplotadas y sacrificadas antes de tiempo, hasta los cerdos que soportan el raboteo y el recorte de dientes sin anestesia, el sufrimiento animal es endémico en las granjas industriales.

Se esconden tras leyes sin sentido

banderas de países de la unión europea ondeando

Aunque las leyes pueden ser útiles para hacer cumplir un estándar básico de bienestar animal (como las prohibiciones mencionadas anteriormente), gran parte de la legislación está redactada en términos extremadamente amplios y, como tal, es muy difícil de hacer cumplir.

Si bien los legisladores y el lobby de las granjas industriales utilizan esta legislación para asegurar al público que sus preocupaciones por el bienestar animal son infundadas, la realidad es que muchas de estas regulaciones son una fachada, sin impacto práctico. En resumen, estas abundantes regulaciones a menudo sirven para proteger a la industria, más que a los animales atrapados en su interior.

...gran parte de esta legislación, debido a su amplio lenguaje general, resulta ser una fachada que no proporciona ninguna protección real para los animales. Actúa como una hoja de parra legislativa para cubrir los estragos  de las granjas industriales.

Ignoran los argumentos a favor del bienestar animal

cerdos mirando tras las rejas en explotación intensiva

Si bien la investigación y la evidencia científicas son una parte crucial de la formulación de políticas de bienestar animal, tienen sus limitaciones cuando se trata de consideraciones éticas, que son notoriamente difíciles de medir y, por lo tanto, a menudo se ignoran.

Este descuido de aspectos difíciles de medir, desde la falta de aire fresco y luz del sol, hasta la ansiedad por separación que se experimenta cuando los animales jóvenes son separados de sus madres, ha dado como resultado una visión discutiblemente restringida de lo que constituye un buen bienestar.

Menosprecian el impacto

tierras deforestadas en Brasil

Aunque algunos de los costes de la producción intensiva de carne y productos lácteos (por ejemplo, los piensos, el alojamiento y la atención veterinaria) son asumidos por el agricultor y, por lo tanto, también por el consumidor final, también existen enormes costes "ocultos", como la destrucción ecológica y el deterioro de la salud humana, que se pagan a costa de los contribuyentes y las generaciones futuras.

Una economía que ignora estos costes "externos" da la falsa impresión de que la carne producida industrialmente es "barata", cuando, en realidad, es muy cara para la sociedad en su conjunto. Si queremos desarrollar un sistema económico eficiente que refleje adecuadamente los costes reales de producir proteína animal industrial, estas externalidades negativas deben reflejarse en el precio que pagan los consumidores.

Un sistema de precios que ignora ciertos costes promueve dietas poco saludables y formas ineficientes y perjudiciales para el medio ambiente de producir alimentos.

Priorizan el valor por encima de los valores

trabajador de explotación intensiva de pollos de engorde andando entre los animales

El PIB (producto interior bruto) de un país ha sido durante mucho tiempo una medida de su situación económica, pero no mide el bienestar social o el bienestar individual. De manera similar, la ganadería industrial está estancada en una mentalidad "cuantitativa" obsoleta, centrándose únicamente en datos económicos y de rendimiento, desde cantidades y eficiencias hasta costes y márgenes.

Necesitamos desarrollar una forma de pensar sobre la alimentación y la ganadería que tenga en cuenta los aspectos "cualitativos" del sistema, como el bienestar animal, la calidad nutricional de los alimentos que produce y su impacto en el medio ambiente, entre otros.

Mantienen a los consumidores en la ignorancia

mujer mirando etiqueta de producto en estantería de comercio

La industria alimentaria ha trabajado duro para defender los alimentos "baratos" y prácticos, mientras oculta su impacto devastador en las personas, los animales y el planeta. Muchas etiquetas de alimentos, por ejemplo, contienen afirmaciones engañosas - "100% natural", "fresco de la granja" e imágenes bucólicas de animales pastando para perpetuar este engaño masivo.

Necesitamos un etiquetado de los alimentos más transparente en la UE, con el método de cría claramente establecido, lo que permite a los consumidores desempeñar un papel más activo en la mejora del bienestar, así como de su propia salud y el medio ambiente. Pero no le conviene al gobierno ni a la industria alimentaria que los consumidores se den cuenta de la miserable realidad de gran parte de la ganadería actual; al fin y al cabo, es posible que la gente simplemente se niegue a comprar ciertos productos.

Mostrar una imagen tranquilizadora que está muy alejada de la verdad, es profundamente deshonesto e impide que los consumidores tomen decisiones informadas.

Consideran a los animales como mercancías

pollo broiler de engorde con problemas en las patas que le impiden levantarse del suelo

Aunque se sabe que los animales en las granjas son seres sintientes, la práctica inhumana de las granjas industriales continúa a toda velocidad. Uno de los peores aspectos del sistema es la selección genética de animales para una mayor productividad: las altas tasas de crecimiento en los pollos aumentan el riesgo de cojera; la alta productividad de las gallinas ponedoras provoca osteoporosis; y el impulso de la industria porcina para aumentar el tamaño de la camada resulta en altas tasas de mortalidad entre los lechones.

Sin embargo, la industria está decidida a seguir tratando a los animales como máquinas. Sorprendentemente, la industria porcina del Reino Unido lleva a cabo una campaña para una "cerda de dos toneladas": cerdas que, a través de sus lechones, producen 2000 kg de carne de cerdo cada año. El reconocimiento del gobierno y la industria alimentaria de los animales como seres sensibles a menudo no es más que palabrería.

Estos animales están ... encerrados en cuerpos sobreproductores y no pueden escapar del sufrimiento que esto implica.

No salen las cuentas

maquinaria agrícola recogiendo cultivos

La industria afirma con regularidad que meter un gran número de animales en las granjas industriales y llevarlos a niveles extremos de productividad es eficiente. Pero esto no podría estar más lejos de la verdad: la producción industrial-ganadera, que depende de enormes volúmenes de cultivos comestibles para los humanos para producir alimentación animal, es inherentemente ineficiente.

Se estima que por cada 100 calorías con las que alimentamos al ganado de granjas industriales, solo recuperamos 40 calorías en forma de leche, 22 en forma de huevos, 12 en forma de carne de pollo, 10 en forma de cerdo y 3 en forma de ternera.

Pero el desperdicio no se detiene ahí. Los cultivos para alimentar a los animales consumen tierra, agua y energía vitales, y han llevado a la intensificación de la producción de monocultivos llenos de productos químicos. El resultado es una mala calidad del suelo, así como más contaminación, emisiones de carbono, deforestación y pérdida de biodiversidad.

Sería difícil idear una forma más ineficaz de alimentar a las personas.

Nos creemos la propaganda

hamburguesa

Por si no fuera suficiente, la ganadería industrial se envuelve en un manto de virtud: sus defensores nos dicen que se debe producir un 70% más de alimentos para alimentar a una población mundial de 9.600 millones en 2050, y que la ganadería intensiva es nuestra única esperanza de lograrlo.

Esta obsesión ciega con producir “un 70% más” impulsa la política alimentaria y ganadera mundial, lo que justifica las “soluciones” industriales y tecnológicas para lograr la seguridad alimentaria. Lo que no reconoce, sin embargo, es que los recursos naturales del planeta, de los que depende nuestra capacidad para producir alimentos, están gravemente amenazados por la intensificación y que ya hay suficientes alimentos en el planeta para alimentar a la población mundial proyectada.

Se ha calculado que todos los cereales que alimentarán al ganado de cría intensiva para 2050 (cuando se espera que la población mundial alcance su punto máximo) podrían proporcionar la energía alimentaria necesaria para la asombrosa cantidad de 3.500 millones de personas cada año. Por lo tanto, lo que se necesita es una distribución más justa de los alimentos; y esto, en gran parte, implicará frenar la demanda de carne y lácteos "baratos".

No necesitamos producir grandes cantidades de comida extra; simplemente necesitamos usar lo que producimos de manera más inteligente.

En conclusión

Así que ahí lo tienes: una red compleja e interconectada de engaños, información poco fiable y sin sentido que permite que las granjas industriales no solo sobrevivan, sino que también prosperen.

Necesitamos urgentemente un pensamiento innovador que permita a la sociedad desarrollar un sistema alimentario que proporcione comida saludable para todos, restaure y mejore los recursos naturales de los que depende la agricultura y respete a los animales que proporcionan  carne, huevos y lácteos.

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